Obra de arte de Chema madoz
1+1=1 es un error matemático pero no necesariamente un error de lógica: si añades una gota de agua a otra gota de agua, ¿cuántas gotas tendrás? En un mundo en el que las matemáticas y la economía son ahora más veneradas que la lógica y el razonamiento, esta obra trata de ser una colección de poemas silenciosos sobre lo cotidiano de cualquier persona en cualquier lugar. La poesía como medio de supervivencia, cuando todo lo que se oye son gritos, ruidos y música que no has elegido. El silencio es una bendición y si se añade una fotografía a otra fotografía y tal vez a otra más, ¿cuántas fotografías se están viendo entonces?
“La retina mecánica en la punta de mis dedos” es el nombre que Suda dio a su cámara Minox, que lo tuvo cautivado desde 1991 hasta 1992. La cámara Minox es conocida popularmente como una cámara espía: cabe en el bolsillo con un disparador tan ligero como un parpadeo. Las imágenes resultantes, reveladas a partir de negativos de 8x11mm, son granulosas y tienen una perspectiva plana. Suda comenta que “ninguna otra cámara ha acompañado mis actividades tan de cerca”.
Además de las obras de Minox que Suda publicó en sus exposiciones de los años 90 – “Trance”, “Keelung”, “Family Diary”, “Naked City”, “1987 Taipei City View” y “Before Night Falls”, este libro incluye más de 400 obras seleccionadas de entre más de 600 imágenes inéditas que llevaban mucho tiempo guardadas en “A Box of Lingering”, como la llamaba Suda.
Biografía de Chema Madoz
Una vez comentando las obras de Chema Madoz el artista Fernando Castro dijo: “El mundo no es lo que parece”. Esta frase podría convertirse fácilmente en un lema para el famoso fotógrafo surrealista español. El español Chema Madoz lleva muchos años creando intrincadas obras psicodélicas con objetos familiares y cotidianos. Convierte una pera en una bombilla, los anillos de un árbol en la llama de una cerilla y una pluma en el borde metálico de una hoz.
La precisa resolución fotográfica del artista es también decisiva. Se trata de fotografiar una idea. La mera materialidad de la idea no es el objeto final de su obra, sino su marco, su retrato. Como las clásicas instantáneas: su momento preciso en el tiempo. Por eso se ciñe a la fotografía en blanco y negro: no hay elementos excesivos, es imposible adivinar el momento de su creación, y todas las obras adquieren una forma unificada.
Es difícil de creer, pero Chema Madoz no procesa sus fotografías en ningún editor gráfico: está seguro de que la edición digital de fotografías no es más que una forma rebuscada y endeble de llegar a la irracionalidad. Todos los objetos que aparecen en sus fotografías están hechos específicamente para fotografiarlos, e incluso hay una pequeña colección de ellos en la casa del artista.
Fotos de Chema madoz
La promiscuidad, para mí, reside en el objeto y no en la mirada. El objeto tiene una facilidad especial a la hora de interactuar con otros objetos. De ahí surgen conceptos o ideas de promiscuidad, que para mí tienen la particularidad de descubrir algo que estaba oculto o latente.
La Galería Elvira González se complace en anunciar la inauguración de la tercera exposición individual del fotógrafo español Chema Madoz (Madrid, 1958). La muestra reúne una serie de obras realizadas entre 2019 y 2020, y a través de ellas, el artista continúa su exploración de los significados ocultos y potenciales del objeto. Esta es la primera ocasión en la que Chema Madoz produce y muestra una escultura.
Chemamadoz
Si, en un guiño al surrealismo, Chema Madoz (Madrid, 1958) se metamorfosease en algo a partir de una de sus propias fotografías, lo más probable es que fuese una pequeña tortuga cuyo caparazón albergase un alma poética. Desde sus primeras fotografías en los años 80, de venas superpuestas que se ramifican sobre los antebrazos humanos, su cámara no ha dejado de captar imágenes de objetos cotidianos y corrientes como nunca los habíamos visto antes: monedas, libros, relojes, balanzas, abrelatas despojados de toda connotación superflua, objetos cuya realidad desvirtúa, libera y ofrece a nuestra imaginación como simples signos, liberados de las cadenas del significado. Madoz quiere que sus imágenes nos ralenticen y nos detengan en nuestro camino. Quiere que se nos claven tan profundamente en la mente y durante tanto tiempo que se conviertan en algo propio. Desea que “siempre tengan algo diferente que decir a la persona que se despierta con ellas en su pared cada mañana”.
Desde sus primeras fotografías, en los años 80, de venas superpuestas que se ramifican en los antebrazos humanos, su cámara no ha dejado de captar imágenes de objetos cotidianos como nunca antes los habíamos visto: monedas, libros, relojes, balanzas, abrelatas despojados de toda connotación superflua, objetos cuya realidad desvirtúa, libera y ofrece a nuestra imaginación como simples signos, liberados de las cadenas del significado.